La delgada línea

Este relato nos habla de un maestro tibetano que intentaba explicarle teóricamente a su alumno los principios básicos de la iluminación. Su discípulo le atendía con mucho interés. Pero cuando el maestro comenzó a extenderse acerca de la ecuanimidad, el discípulo mostraba signos de no estar comprendiendo en toda su magnitud la cuestión.

-No termino de entender qué es y representa exactamente la ecuanimidad – le dijo.

El maestro no contestó.

El lama, por toda respuesta, cogió un cable y lo lanzó de árbol a árbol. Se subió a uno de los árboles y se decidió a caminar por el cable, ante el asombro del discípulo. Y le dijo, antes de que hiciera ningún comentario sobre su seguridad:

-Ahora sólo tienes que observar, pero hazlo muy atentamente. No dejes de observar.

El maestro comenzó a caminar por el cable, manteniendo hábilmente el equilibrio. Cuando su cuerpo se inclinaba a un lado, corregía con cuidado y armonía; si se ladeaba hacia el otro, suavemente encontraba el punto medio para evitar precipitarse.

Después de repetir el espectáculo frente a los ojos del discípulo, descendió a tierra. Su discípulo ya había comprendido la lección.

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